martes, 24 de abril de 2012

Castel y sus preguntas...

A los ojos del pintor enamorado era la única persona que lo comprendía en el mundo que él no entendía y el cual veía negativo, alguien que completaba su vida y le daba razón. Aunque Castel era obsesivo, pensaba que lo que había entre ellos dos era amor sincero, pero en realidad estaba enamorado de la idea que alguien lo entendía. Castel era una persona muy solitaria y confundió los sentimientos de amor que creía sentir, por el simple hecho de estar llenando ese vacío de soledad tan grande que tenía en el corazón. Por último, a pesar que no está escrito concretamente Castel pensaba que también tenía una aventura con su primo Hunter.

Juan Pablo Castel asumió que lo engañaba y no pudo más con la angustia y la furia. Pero sobre todo sintió traición, una pérdida y un vacío que lo llevó a la desesperación. Pero Castel fue injusto, ya que él juzgaba a María de haberlo engañado pero fue él quien engaño a Allende con María. Al enterarse que María era casada pudo alejarse pero él no quiso, sentía que era imposible. Decidió seguir el camino incorrecto al continuar con la relación con ella, sabiendo que podría herir a otra persona. De esta manera relató acerca de su conocimiento del alma humana, señalando:"me importan un bledo la opinión y la justicia de los hombres” (Sabato, 2009, p. 9)

Incluso culpa al final del libro a María y la acusa de dejarlo solo cuando en realidad era él quien decidió matar a quien decía sentir amar. Tomó decisión tras decisión, desconfió, la siguió y la mató. Hasta dice que aunque la mato, su cadáver le sonrió. Antes él mismo se preguntó,“o seria yo el monstruo ridículo? ¿Y no sería yo el imbécil, el ridículo hombre del túnel y de los mensajes secretos” (Sabato, 2009, p. 139) “¿Qué era, al fin de cuentas, lo que yo tenía en concreto con María?” (Sabato, 2009, p. 122)

Sin responderse decidió actuar y la asesinó. Al matar a María se somete de nuevo al comienzo de la historia, resucita el vacío y la soledad en la que vivía antes de conocerla. Por último la desesperación era tal por la traición que alucinó sin siquiera saber si era verdad que María lo traicionaba, lo que lo llevó a matar a la única persona que realmente lo entendía en el mundo donde se sentía incomprendido.
“Existió una persona que podría entenderme. Pero fue, precisamente, la persona que maté” (Sabato, 2009, p. 11)

RAFFAELLA TONANI (Perú)

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