martes, 6 de octubre de 2009

La comida como un elemento vital en la existencia de Tita, la protagonista de esta historia. Ella siempre estuvo muy apegada a todo lo culinario, ya que fue criada por Nacha, la cocinera de la familia De La Garza. Toda su vida ha estado acostumbrada a rondar por la cocina, escuchar el ruido de las ollas, probar de todo. Se ha familiarizado con los olores y los sonidos que se producen al cocinar. “Tenía que tratarse de Tita, la fragancia peculiar que se esparció por el aire, entre jazmín y olores de la cocina sólo podía pertenecerle a ella.” (p.88) Por esta razón, es natural que sea una persona que disfrute del buen comer, y que le guste cocinar con mucho empeño y dedicación. También podemos observar que la cocina es su elemento, y que por esto podría decirse que actúa como una clase de refugio de su injusto destino al lado de Mamá Elena. En ese lugar puede ser más libre que en cualquier otro del rancho.

“Tita era de entre todas las mujeres de la casa la más capacitada para ocupar el puesto vacante de la cocina, y ahí escapaban de su riguroso control los sabores, los olores, las texturas y lo que éstas pudieran provocar.” (ESQUIVEL 1989 p.45)

La comida en general –no sólo para Tita- tiene una gran importancia dentro de la casa. Si nos fijamos, todas las mujeres de la casa saben cocinar y varias veces colaboran con la preparación de algún platillo, aún cuando Tita y Nacha son las que generalmente cocinan. A pesar de que son una familia acomodada, todas están involucradas en los quehaceres domésticos y no se trata de una manera despectiva a los empleados, ya que la mayoría ha vivido tantos años allí que ya son parte de la familia.
Sofía Gonzáles (PERÚ)

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