Cuando uno insulta u ofende a otro sobre cualquier problema que tenga, o por su aspecto físico, lástima. Esta actitud se puede ver en Los Cachorros; en el momento que le empiezan a decir “Pichulita” a Cuéllar. Él expresó que le molestaba porque era un apodo que le recordaba todo el tiempo su inmenso dolor, de todas maneras no le quedó otra que aceptarlo.
Si bien el apodo no surge entre sus amigos, ellos también lo terminaron llamando así. Ninguno se puso a pensar que ese nombre era la marca de su infelicidad. Hasta se justificaron diciendo que todos tenían uno, siendo esto normal. Pero el de Cuéllar representaba la incapacidad, el dolor, la prohibición hacia un futuro relativamente normal. Creo que de todos los personajes fue Teresita la que tomó conciencia que ese apodo “Pichulita”, encerraba algo terrible y tal vez cuando interrogaba el por qué, en realidad quería decir basta.
Esto, que es parte de una ficción, no obstante lo vemos a diario en la realidad. Muchas personas toleran sobrenombres para ser aceptados en la sociedad o porque si demuestran su enojo, es peor. Los seres humanos somos incapaces de ponernos en el lugar del otro.
Karen Rocío Pérez – ARGENTINA -
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