viernes, 29 de abril de 2011

Diferencias de género en "Crónica de una muerte..."

Hay un claro contraste entre ambos grupos, porque la misma sociedad moldeó estos ideales que eran los pilares de las familias. Por un lado, se encuentra el poderoso y adinerado señor que espera casarse gracias a su riqueza, y por otro lado está la mujer que aguarda su matrimonio para así estar completa.

La frase citada da una idea de matrimonios arreglados no necesariamente entre ambos padres, si no entre el marido y los progenitores de la novia. Un buen ejemplo de lo que podría ser un hombre adinerado es Bayardo San Román. “Debió casarse con la ilusión de comprar la felicidad con el peso de su poder y fortuna…” (p. 49 García Márquez). Esta referencia al texto señala el negocio del matrimonio, felicidad y amor, aunque quizás nunca reciba eso de la prometida. Un caso en el que se puede ver que las nupcias no ocurrieron por amor es el de los padres de Santiago Nasar; un matrimonio de convivencia y procreación. Lo que ocurre en este tipo de sociedad es la presencia de la obligación.

Los dos elementos imprescindibles para un caballero en esos tiempos eran el dinero o tierras y la condición social. Por eso, los padres de la prometida tienen la necesidad de conocer a los del novio. La ambición de la familia de la novia era escalar puestos en la pirámide social, puesto a que si el pretendiente era un noble, ganaban poder y si era de clase humilde sucedía todo lo contrario. Los hombres que buscaban casarse con mujeres bellas, por lo general eran grandes mercaderes o posesores de tierras. La familia de la novia tenía que asegurar su futuro.

Para la familia no era tan fácil casar a una de sus integrantes con un rico, las niñas recibían una crianza para ser madres y esposas. No sucedía lo mismo que con los pretendientes varones, pues ellas no tendrían que administrar los bienes. Hay un contraste entre los deberes de ambos novios, el hombre se ocupaba de la economía del hogar y la mujer de la crianza. Queda claro en el libro que para una joven (de una familia de clase media) se casase, tenía que ser virgen. En la noche de bodas el marido recién descubría si la esposa era o no virgen, un signo de pureza en la religión católica (pues en ese lugar pertenecían a esa religión).

Lo que se buscaba de las jóvenes era que supieran bordar, tejer, coser a máquina y velar a los enfermos para así presentarse como una buena opción de matrimonio. Se convertían en personas sacrificadas invisibles en la sociedad, pues sin un esposo en quien apoyarse eran nada. En esa época las dos cosas más importantes eran el sustento económico y tener hijos, cosas que una mujer soltera no llegaría a tener. La crianza era tan ardua que: “cualquier hombre sería feliz con ellas, porque han sido criadas para sufrir” ( p. 41). Sufrir en el modo de sacrificarse para atender al esposo y criar a los hijos.

De estos dos componentes tan diferentes en la sociedad se puede encontrar que hay una relación entre el pretendiente y la joven como la que hay entre un comprador y un objeto. En una sociedad materialista como esa (menos extrema que la actual) el dinero se vuelve el motor de los compromisos. Por lo tanto, en ese tipo de ambiente social el amor no predominaba y se podía decir que los matrimonios eran fríos y artificiales pues sus integrantes no sentían verdadero amor. Lo que las familias necesitaban y tenían hambre de era del poder y fortuna, cosa que al contrario del pensamiento de Bayardo San Román, no te llevan a la felicidad.


RODRIGO PAREJA (Péru)

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